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Cómo enseñar a los hijos el cuidado del medioambiente

Pequeñas actitudes pueden enseñar a las nuevas generaciones


El ejemplo de los padres, incluso en los mínimos detalles, tiene una gran influencia en la educación ambiental de los hijos. (Foto: Shutterstock)

 

 

 


 

Cómo enseñar a los hijos el cuidado del medioambiente como parte de la mayordomía cristiana
Las pequeñas actitudes pueden enseñar a las nuevas generaciones a cuidar la creación de Dios con propósito y fe.

 


 

Hace poco, en casa, tuvimos una conversación interesante. Un pajarito hizo un nido en una de las plantas del patio, y mi hijo de 13 años estaba curioso: “Mamá, si andamos mucho por allí, ¿será que se irá y abandonará a sus crías?”. Su preocupación me hizo pensar en cómo el respeto por la naturaleza puede (y debe) ser parte del crecimiento espiritual de nuestros hijos.

 

Todos los días tenemos una oportunidad para recordar que el cuidado del planeta es un acto de fe y obediencia. Dios nos confió la Tierra como un presente y una responsabilidad. Según Génesis 2:15, el ser humano fue colocado en el jardín para que “lo labrara y lo guardase”, o sea, somos mayordomos de la creación.

 

Por desgracia, vivimos tiempos en los que el consumo desenfrenado y el desperdicio han sofocado la sensibilidad ecológica. Pero, como cristianos, somos llamados a vivir de manera diferente. Como padres, tenemos la misión de enseñar desde temprano que cuidar de la naturaleza es parte de la mayordomía cristiana: un estilo de vida que reconoce a Dios como creador y sustentador de todas las coas.

 

 

 

¡Cuidado! Lo que decimos y lo que hacemos pueden enseñar lo contrario

Muchas veces, enseñamos con palabras, pero desmentimos con actitudes. Tirar basura por la ventanilla del vehículo, dejar las luces encendidas sin necesidad, desperdiciar alimentos o usar bolsas plásticas en exceso son comportamientos comunes entre adultos que contradicen el cuidado con la creación de Dios. De la misma forma, ignorar la separación de residuos o tratar a los animales con indiferencia revela una mayordomía incoherente. Los niños y adolescentes observan todo eso con atención.

 

Cuando decimos que es importante cuidar del planeta, pero nuestras acciones muestran lo contrario, terminamos enseñando lo contrario a lo que queremos. Es necesario recordar: la educación ambiental comienza con nuestro ejemplo, incluso en los pequeños detalles.

 

 

 

¿Cómo enseñar eso a nuestros hijos?

Además del ejemplo, que es siempre el punto de partida más poderoso, podemos considerar otras formas para enseñar a nuestros hijos a cuidar de la creación de Dios con conciencia y propósito. A continuación, algunas ideas prácticas que pueden aplicarse en el día a día de la familia.

 

 

 - Asocie la Biblia a la naturaleza

Lea con ellos textos como Salmo 24:1 (“De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan”) y comente que todo le pertenece a Dios, y no a nosotros. Otros textos relacionados: Salmo 104:24; Romanos 1:20; Génesis 1:31.

 

 

 - Reflexione con ellos sobre lo que ven y lo que viven

Vivimos en una época en que los niños y adolescentes están constantemente expuestos a videos cortos (reels, shorts, stories) que muestran lo que otras personas hacen, tanto cosas buenas como actitudes irresponsables. Muchas veces, esos contenidos presentan desafíos arriesgados, maltrato a los animales, desperdicio de alimentos o comportamientos destructivos para con el medioambiente. Otras veces, muestran acciones inspiradoras como rescate de animales, reciclaje creativo o proyectos de preservación. Esos videos son óptimos disparadores para conversaciones significativas.

 

En lugar de prohibir o criticar lo que miran, los padres pueden usar esos momentos para reflexionar junto con sus hijos: “¿Crees que eso respeta la creación de Dios?” o “¿Cómo te sentirías si alguien hiciera eso con tu mascota?”. Esas preguntas ayudan a desarrollar consciencia crítica y empatía.

 

De la misma forma, las actividades sencillas del día a día, como una caminata al aire libre, un paseo al parque, cuidar de una planta y observar el nido de un pajarito, son oportunidades para enseñar sobre elecciones conscientes, respeto a la vida y la responsabilidad como hijos de Dios. La naturaleza, cuando es observada con atención, se transforma en un excelente libro didáctico espiritual.

 

 

 - Ore por la creación

Incluir este tema en las oraciones familiares muestra que se trata de algo importante ante Dios. Ore agradeciendo por la naturaleza y pidiendo sabiduría para cuidar de ella.

 

 

 - Cree proyectos prácticos en casa

Hacer una huerta en casa (incluso en macetas), reaprovechar materiales para crear juguetes u objetos útiles, separar los residuos reciclables con los niños y registrar juntos las bellezas de la naturaleza en un “diario de la creación” son formas prácticas de desarrollar responsabilidad y sensibilidad ecológica.

 

También es posible proponer un “día sin desperdicio” en familia, hacer acciones de limpieza en espacios públicos, plantar árboles o promover, en la iglesia o Escuela Sabática, pequeños proyectos de cuidado del medioambiente. Este tipo de actividades muestran que proteger la creación es algo concreto y accesible, y puede vivirse con alegría y propósito.

 

 

 

Cuidado de la creación de Dios

Elena de White nos recuerda que “Dios quiere que sus hijos aprecien sus obras y se deleiten en la sencilla y tranquila hermosura con que él adornó nuestra morada terrenal”. (El camino a Cristo, p. 85)

 

También afirma en su libro Consejos para la Iglesia, página 275, que: “Ninguna cosa que pueda utilizarse debería descartarse. Esto requiere sabiduría, planeamiento y cuidado constante. Me ha sido presentado que la incapacidad para ahorrar en las cosas pequeñas es una de las razones por las cuales tantas familias padecen necesidades”.

 

Cuidar la Tierra es más que un deber ecológico. Es un acto espiritual de gratitud y reverencia. Al transmitirles eso a nuestros hijos, formamos una generación que entiende que cada elección cuenta y que la mayordomía no se limita a las finanzas, sino que incluye todo el cuidado de lo que le pertenece al Señor.

 

¿Qué tal comenzar hoy mismo una nueva práctica en familia para vivir esta verdad de forma concreta y espiritual?

 

 

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